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Garry Conille, quien fue elegido como primer ministro de Haití, se convirtió en una figura clave al denunciar en 2012 un presunto entramado de corrupción que involucraba al senador dominicano Félix Bautista y al gobierno haitiano, a través del programa PetroCaribe.
La destitución de Conille de su cargo como primer ministro se produjo después de que expusiera que su predecesor, Jean Max Bellerive, otorgó ocho contratos de construcción en un solo día, el 8 de noviembre de 2010, por un valor de 385 millones de dólares (290 millones de euros) a tres empresas vinculadas al senador dominicano.
Una comisión de auditoría liderada por Conille determinó que la adjudicación de estos contratos, financiados con fondos venezolanos a través de PetroCaribe, había sido irregular y perjudicial para los intereses del Estado haitiano.
Según documentos, el entonces presidente haitiano, Michel Martelly, recibió pagos por un total de 2.587.000 dólares, tanto en cheques como en efectivo, provenientes de empresas pertenecientes al senador Félix Bautista y sus familiares, entre ellas Hadom, Doce y Rofi.
El mandato de Conille como primer ministro, aunque breve, entre 2011 y 2012, se destacó por su valiente enfrentamiento contra la corrupción en el gobierno haitiano y su compromiso con la transparencia en el manejo de los fondos de PetroCaribe, durante un período marcado por las gestiones de los ahora sancionados Bellerive y Lamothe.