Se tensa la relación entre Lula y Trump: amenazas arancelarias, acusaciones cruzadas y un trasfondo político cada vez más claro

 


Internacional

La confrontación política y comercial entre Brasil y Estados Unidos se ha intensificado tras la reciente amenaza del expresidente estadounidense Donald Trump de imponer aranceles de hasta el 50% a las exportaciones brasileñas. La advertencia, hecha pública hace una semana, ha desatado un cruce de declaraciones que mezcla la política exterior, la economía y el debate sobre la soberanía nacional.

Mientras la tensión crece, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva alterna llamados institucionales con duras advertencias. El jueves, pronunció un mensaje televisado en el que acusó a actores extranjeros de intentar influir en el sistema de justicia de Brasil, justo después de que Trump publicara en su red social una carta dirigida a Jair Bolsonaro, su aliado ideológico.

En la misiva, el republicano estadounidense respaldó abiertamente al expresidente Bolsonaro, criticó al gobierno de Lula y calificó de "ridículo" el sistema judicial brasileño. “Este juicio debe terminar inmediatamente”, exigió, en referencia al proceso en el que la Fiscalía pide más de 40 años de prisión para Bolsonaro por intentar revertir el resultado electoral. Además, Trump vinculó su política arancelaria con lo que calificó como ataques a la libertad de expresión en Brasil, y acusó al actual gobierno de censura.

Lula respondió sin mencionar a Trump por nombre, pero subrayó que las amenazas y presiones externas representan un atentado grave contra la soberanía. “Un gringo no dará órdenes a este presidente”, dijo en un acto público, reafirmando su postura en defensa de las instituciones nacionales.

El conflicto escaló aún más cuando el Departamento de Comercio de EE. UU. anunció una investigación contra Brasil por “prácticas desleales”, citando desde el uso del sistema de pagos Pix hasta la venta informal en mercados populares de São Paulo. Para el gobierno brasileño, estas acusaciones son desproporcionadas y parte de una estrategia de presión que busca desestabilizar.

La reacción del Ejecutivo ha sido inmediata: reuniones diarias con los sectores productivos potencialmente afectados, unidad política y preparación de medidas de defensa comercial. Lula anunció que recurrirá a la Ley de Reciprocidad Económica para imponer aranceles a productos estadounidenses si las amenazas se concretan.

Curiosamente, esta crisis ha comenzado a beneficiar políticamente al presidente brasileño. Un sondeo reciente de Quaest revela que Lula ha recuperado terreno en popularidad y vencería hoy a cualquier posible candidato de derecha en 2026, con una ventaja creciente desde junio. Analistas señalan que el enfrentamiento con Trump ha cohesionado sectores que antes se mostraban divididos, y ha puesto en evidencia el aislamiento de Bolsonaro.

En su discurso, Lula fue enfático: “No se trata solo de una amenaza económica. Se trata de defender la dignidad del pueblo brasileño y de no permitir que intereses extranjeros interfieran en nuestras decisiones”.

El conflicto, que mezcla política interna, relaciones diplomáticas y presión comercial, marca un punto crítico en la relación entre dos de las economías más grandes del continente, y plantea un escenario de alta tensión que podría prolongarse más allá del 1 de agosto, fecha límite fijada por Trump para activar sus sanciones.


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